Y sí, soy consciente de lo parcial y subjetivo que es este titular, pero en este caso, y teniendo en cuenta que lo practico a diario desde hace 6 años, no he podido evitarlo.

El mindfulness llegó a mi vida dentro de la completísima formación que realicé dentro del Master de Coaching, Inteligencia Emocional y PNL.

Era uno de los módulos de dicho programa. Durante un fin de semana, recibimos una formación intensiva teórico práctica, pero al margen de integrar y aprender sus características, beneficios, aplicaciones, tipos de práctica, etc, lo que sí que tuve claro es que la mejor manera de entender realmente lo que era, suponía introducirlo en mi día a día.

A partir de entonces, tomé la decisión de incluirlo en mi agenda laboral. De esa manera, lo primero que hago cada mañana antes de empezar a trabajar es sentarme durante 20 minutos a realizar una práctica formal de mindfulness.

Parece evidente que se ha puesto de moda, pero me imagino que sabéis que el Mindfulness o atención plena y consciente, tiene más de 3.000 años de historia, ya que su origen se remonta a las enseñanzas orientales del budismo.

El término occidental surge a finales de los años 70 en Estados Unidos y a finales de los 80 el Dr Jon Kabat-Zinn, miembro de la escuela de Medicina crea un protocolo basado en Mindfulness para pacientes con dolor crónico con gran éxito que se imparte desde entonces en diferentes ámbitos.

Se considera al mindfulness como una filosofía de vida a través de la cual y realizando prácticas formales o informales de meditación, vas entrenando a tu mente en la conciencia plena, rescatándola de la mente de mono y de pensamientos pasados o futuros, para traerla al presente, al aquí y al ahora.

Su objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas, aumentando el bienestar, gracias a sus múltiples beneficios, entre los que destacan la reducción de estrés.

Fundamentos de la práctica

Antes de empezar a realizar cualquier práctica de mindfulness os invito a que tengáis claras algunas pautas fundamentales:

No juzgar. Ni lo que sucede, ni lo que te ocurre a ti. Todo está bien. El juicio sólo tensa y entorpece la relajación.

Paciencia. Os diré que es una de mis grandes áreas de mejora y gracias al mindfulness, se ha rebajado notablemente mi nivel de impaciencia.

Mentalidad de principiante. De apertura, dejándose sorprender por lo que vaya sucediendo, sin expectativa.

Confianza. La confianza se entrena y gracias al midfulness se incrementa, así como nuestra autoestima.

No esforzarse. Porque no hay que llegar a nada. Se trata de convertirte en observador de ti mismo, en testigo de lo que te sucede, dejando que todo fluya, todo.

Aceptación, no es resignación. También gracias al mindfulness y a este fundamento, entrenas tu capacidad de aceptar la realidad tal y como es, rebajando tu nivel de resistencia y sufrimiento.

Ceder. Por supuesto. Cuando estás practicando mindfulness también entrenas tu flexibilidad y tu resiliencia.

Podría hablaros horas y horas, folios y folios de Mindfulness porque no sólo lo practico, sino que soy una fiel admiradora, sobre todo por todo lo que me está regalando, por los cambios y los beneficios que estoy comprobando en mí y en mi vida.

Cuando entrenas tu atención plena y te conviertes en observador de ti, mejora tu concentración, tu productividad, tu creatividad. Al estar cada vez más presente en el AQUÍ Y EL AHORA, rebajas tus niveles de estrés y de ansiedad, consiguiendo focalizarte en el momento presente, en lo que de verdad está sucediendo, siendo mucho más consciente y teniendo un mejor y mayor control de ti y de tus emociones.

He notado también una mejora notable en mi reactividad. Aunque todavía me queda un largo camino, desde que lo practico, mi impulsividad ya no es tan desadaptativa.

En las empresas, realizo talleres de introducción al Mindfulness, y también lo combino con la Risoterapia, como terapias excelentes para la reducción de estrés, pero siempre les digo a las personas que acuden, que para comprobar verdaderos resultados, es preciso integrarlo y practicarlo con rutinas diarias.

El mindfulness me está ayudando sin duda a conocerme mejor porque soy cada día más consciente de mí a través de mi diálogo interior, de mis pensamientos, emociones y mis comportamientos.

Y cuando eso sucede, también tienes más opciones para conservar lo que te gusta y cambiar lo que te desempodera o te limita.

Existen actualmente muchísimas aplicaciones, información, videos, meditaciones guiadas por internet como para que puedas iniciarte en la práctica.

Pero ¿sabes? Lo más importante es que tomes la decisión de hacerlo, porque aunque hayas acudido a un curso completo, te sepas de memoria la teoría, y puedas enumerar todos y cada uno de sus beneficios, si no lo practicas a diario, créeme, no te va a servir de nada y no vas a poder comprobar lo maravilloso que es y lo mucho que te va a ayudar en tu día a día.

Espero que te animes al menos a valorarlo.

De todos modos, como siempre, ya sabes, yo siempre estaré para ti si lo necesitas #TeEscucho #SiQuieroReinventarme

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