Seguimos navegando y explorando el apasionante mundo del autoconocimiento, que nos permite, si tomamos la sabia decisión de transitarlo y profundizar en él, tener la sensación de una mayor regulación y control sobre nosotros mismos.
Y hoy le ha tocado el turno a esas conversaciones que tenemos con nosotros mismos y que no siempre son saludables ni nos empoderan, sino todo lo contrario.
Te invito a que te hagas estas preguntas:
- ¿Cuántas veces has actuado en relación a lo que temías que ocurriese?
- ¿Puedes recordar una situación en la que ya te sintieses triste antes de perder algo que ya esperabas perder?
- ¿Puedes conectar con alguna escena de tu vida en la que te enfadaras previamente con alguien por algo que creías que te iba a decir o a hacer?
Me imagino que la respuesta ha sido que sí en todas estas preguntas. Y esto sucede porque, aunque no seamos conscientes, hemos mantenido una conversación interior con nosotros mismos anticipando, imaginando, creando esas mismas situaciones, eso sí, aderezándolas y adornándolas con una buena dosis de emociones, la mayoría de las veces, desadaptativas.
Y claro, no sabéis la relación directa que ese diálogo interior tiene con el concepto que tenemos sobre nosotros y sobre nuestra autoestima. De hecho, una autoestima baja suele generar un diálogo interior nocivo, del mismo modo que el diálogo interior negativo, perjudica notablemente nuestra autoestima.
La comunicación empieza por uno. Evidentemente, a medida que mejoramos nuestro diálogo interior, también mejora nuestra comunicación con los demás.
Piensa que, la realidad es la que es y que los estresores externos siempre estarán, sin embargo, y dependiendo del modo en el que tú te gestiones internamente y cómo te relaciones con ellos, conseguirás sobrellevar mejor, con menos sufrimiento, todas esas situaciones.
¿De qué modo empieza todo? ¿Cómo empezamos a hablarnos mal?
- La realidad es la que es, absolutamente neutra, pero de pronto algo que sucede externamente nos estimula.
- Interpretación. A partir de ese estímulo, de nuestro mapa de creencias, valores, de nuestra estructura mental, realizamos una interpretación de esa realidad, generando pensamientos.
- Diálogo interior. Esos pensamientos se transforman en vocecillas interiores que pueden adoptar múltiples roles: crítica, juicio, culpa, aprobación, compasión, actitud defensiva.
- Emoción. Cada pensamiento lleva asociada una emoción, y dependiendo del contenido, la carga emocional es más o menos adaptativa y más o menos estresante.
- Conducta. A partir de este recorrido, y teniendo en cuenta que todo ocurre en milésimas de segundo, actuamos, movidos por esos pensamientos y esas emociones.
¿Por qué nos hablamos mal?
Las causas son muchas y variadas y tienen que ver con vivencias, experiencias del pasado, nuestra infancia, creencias heredadas y limitadoras, factores familiares, educativos, sociales, las amistades, las expectativas
Consecuencias de un diálogo interior nocivo
Algunas ya puedes deducirlas a partir de lo que te he comentado:
- Estados de estrés, ansiedad
- Autoestima baja, inseguridad, falta de confianza en uno
- Pensamientos, emociones y comportamientos desajustados a la realidad
- Emociones como la tristeza, la culpa, la vergüenza, la ira
- Bloqueos emocionales y parálisis en el comportamiento
¿Cómo gestionar ese diálogo interior?
Por supuesto, a través del autoconocimiento, de la autoobservación, tomando la decisión de acercarte a ti, para saber cómo es tu proceso de pensamiento, pidiendo ayuda, creyendo en que puedes cambiar, entrenando, modificando hábitos, confiando en la posibilidad de mejorar.
De todos modos, como siempre, ya sabes, yo siempre estaré para ti si lo necesitas #TeEscucho #SiQuieroReinventarme
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