¿Te sorprendes demasiadas veces tecleando en google ¿Cómo saber qué quiero en la vida?

¿Te levantas por la mañana sin saber para qué lo estás haciendo?

¿Estás deseando que llegue el viernes, y el domingo al mediodía te empieza a doler todo el cuerpo pensando en el lunes?

¿Tienes la sensación de estar perdiendo el tiempo, de pasar por la vida sin vivirla, de no disfrutar con nada de lo que haces?

¿Te gustaría cambiar tu vida a los 40, a los 50 o a la edad que sea, pero la cuestión es que no sabes exactamente qué quieres cambiar?

En primer lugar, me gustaría que supieras que no estás sol@, que no eres ningún ser extraño por hacerte esas preguntas y que lo bueno de que te las hagas es que, probablemente ya estás en el camino de realizar algún cambio en tu vida que te llevará a mejorarla.

He encontrado estas 15 preguntas, extraídas del libro “Discover you now” de Tina Su. Tina relata su propia experiencia personal, atrapado durante muchos años en una rutina de trabajo y vida que le impedían encontrar su propósito, su para qué, el propio sentido de su existencia.

Pueden ser una guía interesante si tienes una buena relación contigo mismo y la objetividad y sinceridad suficiente como para responderlas. No obstante, si necesitas ir más allá, un Coach puede ser un estupendo aliado para ayudarte a deshacer esos y otros nudos.

Aquí te las dejo:

¿Qué te hace sonreír? 

Sí, cierra los ojos y piensa en actividades, personas, acontecimientos, aficiones o proyectos que de inmediato dibujan una sonrisa en tu cara.

¿Cuáles fueron tus actividades favoritas en el pasado?

¿Qué te parecen ahora? Al realizar este ejercicio de revisión, llegarás a saber lo que has cambiado a lo largo del tiempo.

¿Qué es lo que te hace perder la noción del tiempo? 

Las actividades que lo consiguen generan el estado de «flow» del que habla en su libro Fluir (Ed. Kairós) el conocido psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi.

¿Qué te hace sentir bien contigo mismo?

Intenta definir aquellas actividades o situaciones que provocan en ti, sentimientos de armonía y paz interior.

¿Quién te inspira más? 

Piensa unos momentos en familiares, amigos, colegas de trabajo, autores, cantantes. En fin, cuando lo tengas, pregúntate ¿Qué cualidades te inspiran de esa persona?

¿Haciendo qué cosas eres especialmente bueno? 

Esta pregunta apela a aquellas habilidades y capacidades que destacan en ti y que, al hacerlas, no sólo eres bueno, sino que disfrutas.

¿Para qué te pide ayuda la gente normalmente?

Es muy probable que aquello que los demás reclaman de ti constituye tu punto fuerte.

Si tuvieras que enseñar algo, ¿qué sería?

Puede ser más de una cosa, pero decide cuál sería tu materia principal, la que más te motiva.

¿Qué te arrepientes de no haber hecho, sido o tenido aún?

La respuesta a esta pregunta te señalará la misión «o misiones» que has desatendido hasta ahora pero que todavía estás a tiempo de poder cumplir.

Imagínate con 90 años, sentado en tu mecedora en el porche, sintiendo la brisa de la primavera.

Estás feliz con la vida que has tenido. Mira hacia atrás y pon en una lista lo que has logrado.

¿Cuáles son tus valores más profundos?

Localizar cuáles son tus valores, identificarlos, es otra pista excelente para empezar a trazar ese camino siempre en consonancia con ellos.

¿Qué retos, dificultades y calamidades has superado o estás en ello?

¿Cómo lo lograste? Gracias a los obstáculos superados, vas a poder conectar con tus recursos y a darte cuenta de que, si lo has hecho una vez, puedes volver a hacerlo.

¿En qué crees?

¿Con qué conectas? Por lo general, aquello a lo que atrapa tu atención y aquello a lo que te unes, habla de tu propósito vital.

Si pudieras transmitir un mensaje a un grupo numeroso de personas,

¿qué personas serían? ¿Y cuál sería el mensaje? Ese es tu legado, lo que de verdad es importante para ti. Anótalo y dilo en voz alta.

Teniendo en cuenta tus talentos, pasiones y valores,

¿cómo podrías usar estos recursos para servir, ayudar y contribuir? La respuesta a esta última pregunta acabará de clarificar cuál puede ser tu misión en la vida.

POR MAYTE GARCÍA CANEIRO

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