Querido lector, me dirijo a ti, sí, a ti que, por lo que sea y tras teclear una serie de palabras en google, de pronto has llegado a este post porque por algún motivo, has tomado la decisión de cambiar tu vida y además tienes más de 40 años. Choca esos cinco porque, para empezar, tengo que decirte que no estás sól@. Yo también estoy en ese tren desde hace unos años así que puedo imaginarme de algún modo cuáles son tus sensaciones.

Luego, las circunstancias seguramente difieren las unas de las otras. Puede que después de más de 20 años en la misma empresa hayan decidido prescindir de tus servicios y ahora “a esta edad” desde todos los frentes te dicen que lo tienes muy complicado para volver a reincorporarte al mundo laboral y no sabes por dónde empezar; que hayas logrado un trabajo estable y bien remunerado pero algo en tu interior te lleva a plantearte la terrible pregunta de “¿quiero hacer esto durante el resto de mi vida?”; a lo mejor incluso la pregunta que te haces es: “¿cómo averiguo qué quiero hacer con mi vida?”; o si nos enfocamos en otros aspectos, a lo mejor lo que sucede es que lo que deseas es un cambio en tu vida sentimental pero no te atreves a dar el paso y ni siquiera te lo quieres plantear.

Para empezar, decirte que todas estas situaciones o cualquier otra por la que estés pasando, según los expertos, tienen varios puntos en común:

  • Dudas sobre el sentido de la vida.  Lo que produce una sensación de desorientación, ¿qué quiero hacer con mi vida? ¿hacia dónde quiero ir? ¿se lo que quiero?

  • Sentimiento de miedo al cambio. Seguro que te suena la típica frase: “Virgencita que me quede como estoy”. En realidad es un miedo infundado acerca de algo que todavía no conoces porque no lo has experimentado.

  • Dudas sobre la propia identidad.

    Este punto ataca directamente sobre nuestra autoestima porque nos plantea preguntas del tipo: ¿Soy demasiado mayor para cambiar de vida? ¿Soy capaz de hacer algo más con mi vida? ¿Seré capaz de conseguirlo?

  • Sentimiento de haber perdido el tiempo. Da igual en lo que estés pensando, en tu relación sentimental, en tu puesto de trabajo actual, con el grupo de amigos. El caso es que cuando ya has llegado a la conclusión de que quieres hacer un cambio, a veces sientes que nada de lo que has vivido te va a servir para nada y entonces la palabra “fracaso” bloquea tu mente.

Algunos coinciden en aglutinar todo lo mencionado en la famosa “crisis de los 40” o “crisis de la mediana edad” pero hace poco leí que etimológicamente la palabra “crisis” viene del griego y significa “elección”, así que si obviamos la connotación peyorativa que siempre se le ha dado a este término, y nos quedamos con su origen, entonces lo que sucede a mediana edad es que nos encontramos en una encrucijada de caminos y lo que tenemos es que elegir por cuál vamos a empezar a andar. Aprovecho aquí para recomendarte este post de Edith Sánchez en lamenteesmaravillosa.com

En cualquier caso, si interpretamos esa crisis como una oportunidad de aprender y de evolucionar, el viaje será mucho más placentero.

Bien, entonces, llegados a este punto y entendiendo que esa “crisis existencial” es mucho más común y compartida de lo que piensas, continuamos el post. Ahora, y tras haber leído mucho sobre el tema, pero sobre todo haberlo puesto en práctica, me gustaría facilitarte una serie de recomendaciones que seguramente te ayudarán a ponerte en marcha:

  • 1 ¿Qué quiero hacer con mi vida?

Vale, esa es la primera pregunta que debes hacerte e incluso, si lo prefieres, escribirla en un papel. Estaría bien que tratases de identificar exactamente si se trata de una duda que afecta a todos los aspectos de tu vida o sólo a algunos. Por ejemplo, quizás te ayude ponerle un adjetivo a la palabra vida: ¿Qué quiero hacer con mi vida sentimental? ¿Qué quiero hacer con mi vida laboral? Trata de averiguar exactamente qué es con lo que no estás conforme, los motivos por los que quieres cambiar ese aspecto. La idea es que reflexiones durante unos minutos para tratar de afinar al máximo cuál es el terreno afectado.

  • 2 ¿Qué quiero conseguir? ¿Cuál es mi objetivo?

Esta parte es esencial porque cuanto más concreto sea tu objetivo, antes podrás centrar tu atención y todos tus esfuerzos en conseguirlo. No nos han enseñado a hacernos estas preguntas, a que nos paremos a pensar qué es lo que queremos conseguir, a que nos marquemos metas, y de ahí nuestra sensación de “torpeza”. Hay ocasiones, por ejemplo en el terreno laboral que tomamos la decisión de hacer el cambio, y en otras ocasiones, como lo que me ocurrió a mí, que después de muchos años, te ves obligado a realizar esa reflexión de cara a conseguir eso de “reinventarse a los 40”. En cualquier caso, si te encuentras en una situación de desempleo, desde ya te digo que lo mejor es reaccionar y no instalarse en el pasado y en que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sino aprovechar precisamente todo lo que el pasado te ha enseñado y ponerlo a tu favor, de cara a convertirlo en tus fortalezas.

  • 3 ¿Qué puedo hacer yo para lograr mis objetivos?

Cuando tengas perfectamente definido lo que quieres, te va a servir de gran ayuda analizar tu realidad haciéndote una serie de preguntas clave: ¿Cuáles son mis fortalezas? Es decir, debes enumerar todas aquellas cualidades o ventajas o herramientas que tienes en tu cuenta del haber. Son aquellas cosas que son tuyas, que te encantan de ti, que te van a facilitar y a ayudar a lograr lo que te propongas. Identifícate con ellas porque son tus verdaderos tesoros y por favor, no seas modest@ en este paso, porque cuantas más salgan, mejor. Cuando las tengas, léetelas en voz alta, delante de un espejo. Mira, te digo algunas de las que me salieron a mí “Soy espontánea, soy divertida, soy resolutiva, tengo don de gentes”, etc, y date las gracias por ser así. Haz otra columna con aquellas cosas que te haría falta tener y que todavía no tienes, pero que te vendrían de perlas para conseguir tu objetivo. Por ejemplo: “Necesito formación” “Necesito ampliar mi red de contactos” “Necesito mejorar mi CV”, o en el terreno más personal: “Me gustaría ser más decidid@” “Quiero ser más asertivo, más ordenado”

  • 4 ¿Qué me está impidiendo lograr el cambio que tanto deseo?

Mira, es importante que seas consciente de cuáles son tus debilidades y sobre todo que el hecho de planteártelas y definirlas no te desanime, todo lo contrario. En cuanto seas capaz de describir a la perfección a “tus enemigos”, habrás hecho un avance increíble para intentar vencerlos, sabiendo que al final no son tan malos como crees. Si consigues detectar lo que te está impidiendo llegar a la meta, estarás prevenido y a tiempo para amortiguarlo.

  • 5 Enfócate en los pensamientos positivos.

A lo largo de este camino de cambio, seguramente te asaltarán momentos de desidia, desgana, desinterés, frustración, miedo al fracaso, inseguridad…. Pero piensa una cosa, si no hay movimiento, no hay cambio. Piensa en lo que quieres hacer y en que lo eliges desde la libertad y no desde la obligación de lo que debes o tienes que hacer. Ilusiónate con tu objetivo y visualízate todas las veces que puedas consiguiéndolo. Esa proyección al futuro, a ese futuro en el que te ves feliz, content@ y satisfech@ es un comodín estupendo cuando los pensamientos negativos hacen de las suyas.

  • 6 Diseña tu cambio de vida a tu gusto.

Da igual lo absurdo que parezca, lo inalcanzable que resulte. Escribe en un papel todo lo que se te ocurra que podrías hacer de aquí a unos meses y que te acercarían a tu objetivo. Es el momento de soñar, de imaginar, de crear, de contarte tu propio cuento de final feliz, ¿por qué no? Incluso, fíjate en ese listado que hiciste previamente en el punto 3 en la que describías aquellas oportunidades que todavía no tenías pero que te facilitarían el logro de tus metas. Son potentísimas pistas para diseñar tu estrategia. “Apuntarme a cursos de formación en el área que me interesa», ”Rodearme de personas con inquietudes comunes” “Acudir a reuniones, conferencias, charlas” y en el terreno personal, si se trata de reanudar tu vida después de un divorcio, por ejemplo: “Volver a contactar con amigos a través del fb”, “Organizar una quedada en mi casa con antiguos compañeros de colegio” “Apuntarme a meetic”. En esta recomendación eres libre de imaginar y de poner en un papel todo lo que se te ocurra y que te vaya a ayudar.

  • 7 Manos a la obra.

Es el momento de pasar a la acción, de planificar qué es lo que vas a hacer y cuándo vas a empezar a hacerlo. Es muy importante que tomes consciencia de que has decidido hacer un cambio en alguno de los aspectos de tu vida. Es aquí cuando te comprometes, te responsabilizas, coges las riendas y decides ir a por todas. Ya no hay marcha atrás, sólo para coger impulso. Haz un planning, con un calendario realista, con cambios paulatinos con los que te sientas cómodo y poco a poco, según vayas consiguiendo cosas, te irás llenando de fuerza y querrás cada vez más.

  • 8 Recompénsate y rodéate de energía positiva.

Cuando ya lo tengas claro, en cierto modo, vas a sentir cierto alivio. Es muy reconfortante saber por fin hacia dónde quieres ir, así que ahora lo que toca es disfrutar del camino, de ese viaje, sin impacientarse y regalándote momentos de ocio, distracción, con aquellas aficiones que te llenen de energía y buen humor: haz deporte, lee un libro que te encante, toca un instrumento, recupera esas charlas tan amenas en torno a un buen café, sal a dar un paseo al campo, tómate unas cañas y ríete todo lo que puedas. Es estupendo saber por fin tu destino. ¡Disfruta del trayecto!

Te dejo algunos links de post que me han parecido interesantes, por si pueden servir de ayuda:

http://www.comocambiarlavida.com/empezar-de-nuevo-despues-de-los-40/

https://inteligenciaviajera.com/cambiar-de-vida-a-los-45/

https://www.womenalia.com/es/carrera-profesional/85-el-impetu/3875-carrera-profesional-despues-de-los-cuarenta-como-enfocarla

http://guiadeltrabajo.com/crisis-de-la-mediana-edad/

Call Now Button